jueves, 29 de octubre de 2009

Los principios Fundamentos del Espiritismo

Fundamentos principales. Los principios fundamentos del espiritismo contenidos en sus obras fundamentales son:

La existencia y unicidad de Dios

-La existencia de los espíritus: El hombre es un espíritu ligado a un cuerpo (mediante una conexión denominada periespíritu). Los espíritas definen con el término alma al espíritu cuando esta ligado a un cuerpo (es decir cuando esta encarnado). El espíritu es un ser inteligente, individual (antes y después de la muerte) e inmortal.

-La reencarnación: es el proceso natural que permite vivir sucesivas veces; según el espiritismo con la función de permitir el perfeccionamiento de los espíritus, vinculada a una ley de causa y efecto.

-Comunicabilidad de los espíritus (mediumnidad): La posibilidad de comunicar con los espíritus encarnados (vivos) y desencarnados (muertos) mediante la mediumnidad.

-Ley de causa y efecto, comprendida como mecanismo de retribución ética universal a todos los espíritus, según la cual nuestra condición actual es el resultado de nuestros actos pasados.

-La pluralidad de mundos habitados. La tierra no es el único planeta con vida en el universo.

Además de esto se pueden aceptar como características secundarias:

-El concepto de creación igualitaria de todos los espíritus, “simples e ignorantes” en su origen, y destinados invariablemente a la perfección, con aptitudes idénticas para el bien o para el mal, dado el libre albedrío (Este concepto derriba la creencia en ángeles o demonios como seres creados aparte y condenados eternamente al bien o al mal)

-La noción de que los espíritus son responsables de sus actos durante toda su existencia.

-Evolución o progreso del espíritu en un proceso análogo y complementario de la evolución biológica.

-No existe el cielo, el infierno o purgatorio, el estado intelectual, moral y psicológico del individuo determina su felicidad o infelicidad relativas después de la muerte.

-Jesús es considerado por los espíritas como un modelo y guía moral para la humanidad.

-La moral de Cristo, contenida en el Evangelio, es el camino para la evolución segura de todos los hombres, y su práctica es la solución para todos los problemas humanos y es el objetivo a ser alcanzado por toda la humanidad.

miércoles, 28 de octubre de 2009

fragmentos del libro "El Espiritismo en su más simple expresión.

Empezaremos con algunos fragmentos del libro "El Espiritismo en su más simple expresión. Exposiciones sumarias de las enseñanzas de los espíritus escrito por Allan Kardec, intelectual francés del siglo XlX fundador de la doctrina.

Resumen de la enseñanza de los Espíritus

1. Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.
Dios es eterno, único, inmaterial, inmutable, todopoderoso, soberanamente justo y
bueno. Debe ser infinito en todas sus perfecciones, porque si supusiésemos imperfecto uno
solo de sus atributos, no sería ya Dios.

2. Dios creó la materia que constituye los mundos; creó también seres inteligentes
que llamamos Espíritus, encargados de administrar los mundos materiales según las leyes
inmutables de la creación y que son perfectibles por su naturaleza. Al perfeccionarse se van
aproximando a la Divinidad.

3. El espíritu, propiamente dicho, es el principio inteligente; desconocemos su
naturaleza; para nosotros, él es inmaterial, porque no tiene ninguna analogía con lo que
llamamos materia.

4. Los Espíritus son seres individuales, tienen un envoltorio etéreo, imponderable
llamado periespíritu, especie de cuerpo fluídico de tipo de la forma humana. Ellos pueblan
los espacios que recorren con la rapidez del relámpago, y constituyen el mundo invisible.

5. El origen y la forma de creación de los Espíritus nos son desconocidos; sólo
sabemos que fueron creados simples e ignorantes, quiere decir, sin ciencia y sin
conocimiento del bien y del mal, pero, con igual aptitud para todo, porque Dios en su justicia,
no podía eximir a unos del trabajo que hubiese impuesto a los otros para llegar a la
perfección. En el principio, están en una especie de infancia, sin voluntad propia y sin
conciencia perfecta de su existencia.

6. El libre albedrío se desarrolla en los Espíritus al mismo tiempo que las ideas, y
Dios les dice: "Todos podéis aspirar a la felicidad suprema, cuando hayáis adquirido los
conocimientos que os faltan y cumplida la tarea que os impongo. Trabajad, pues, para
vuestro adelanto; he ahí el objetivo: lo alcanzaréis obedeciendo a las leyes que he grabado
en vuestra conciencia."
A consecuencia de su libre albedrío, unos toman el camino más corto, que es el del
bien, otros el más largo que es el del mal.

7. Dios no creó el mal; estableció leyes y esas leyes son siempre buenas, porque Él
es soberanamente bueno; aquél que las observara fielmente sería perfectamente feliz; pero
los Espíritus, teniendo su libre albedrío no siempre las observaban y el mal resultó para ellos
de su desobediencia. Pues se puede afirmar entonces, que el bien es todo lo que está
conforme con la ley de Dios y el mal todo lo que es contrario a esa misma ley.

8. Para concurrir, como agentes del poder divino, a la obra de los mundos materiales,
los Espíritus se revisten temporalmente de un cuerpo material. Mediante el trabajo que su
existencia corpórea requiere, perfeccionan su inteligencia y adquieren, dentro de la
observancia de la ley de Dios, los méritos que deberán conducirlos a la felicidad eterna.

9. En el principio, la encarnación no es impuesta al Espíritu como castigo; es
necesaria a su desarrollo y al cumplimiento de las obras de Dios, y todos deben soportarlas,
tomen el camino del bien o del mal; sólo aquellos que siguen la ruta del bien avanzan más
rápido, tardando menos en alcanzar el objetivo y llegan a él en condiciones menos penosas.

10. Los Espíritus encarnados constituyen la Humanidad, que no está circunscrita a la
Tierra, sino que puebla todos los mundos diseminados en el espacio.

11. El alma del hombre es un Espíritu encarnado. Para secundarlo en el
cumplimiento de su tarea, Dios les dio, como auxiliares, a los animales que le son sumisos y
cuya inteligencia y carácter son proporcionales a sus necesidades.

12. El perfeccionamiento del Espíritu es fruto de su propio esfuerzo; no pudiendo, en
una sola existencia corpórea, adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que
deben conducirlo al objetivo, él lo alcanza por una sucesión de existencias, en cada una de
las cuales da algunos pasos adelante en el camino del progreso.

13. En cada existencia corporal el Espíritu debe llevar a cabo una labor en proporción
con su grado de desarrollo; cuanto más ruda y trabajosa sea tanto mayor será el mérito en
cumplirla. De esta manera, cada existencia es una prueba que lo acerca al objetivo. El
número de esas existencias es indeterminado. Depende de la voluntad del Espíritu
abreviarlo esforzándose activamente por su perfeccionamiento moral; del mismo modo que
depende de la voluntad del obrero, que debe entregar un trabajo, el disminuir la cantidad de
días que emplea en hacerlo.

14. Cuando una existencia fue mal empleada y sin provecho para el Espíritu, debe
recomenzarla en condiciones más o menos penosas, debido a su negligencia y su mala
voluntad; del mismo modo, en la vida, se puede ser constreñido a hacer al día siguiente, lo
que no se hizo en la víspera o a rehacer lo que se hizo mal.

15. La vida espiritual es la vida normal del Espíritu y es eterna; la vida corpórea es
transitoria y pasajera: no es sino un instante en la eternidad.

16. En el intervalo de sus existencias corpóreas, el Espíritu está errante. La
erraticidad no tiene una duración determinada; en ese estado, el Espíritu es feliz o infeliz;
según el buen o mal empleo que hizo de su última existencia; él estudia las causas que
apresuraron o retardaron su adelanto; toma las resoluciones que procurará poner en
práctica en su próxima encarnación y escoge, él mismo, las pruebas que cree más
apropiadas para su evolución; pero en algunas ocasiones se equivoca o sucumbe, porque
no mantiene, como hombre, las resoluciones que había tomado como Espíritu.

17. El Espíritu culpable es castigado con sufrimientos morales en el mundo de los
Espíritus y con penas físicas en la vida corpórea. Sus aflicciones son consecuencias de sus
faltas, vale decir, de sus infracciones a la ley de Dios; de esta manera constituyen, a la vez,
una expiación del pasado y una prueba para el porvenir; así es que el orgulloso puede tener
una existencia de humillaciones; el tirano una de servidumbre y el mal rico una de miseria.

18. Hay mundos apropiados a los diferentes grados de adelanto de los Espíritus y
donde la existencia corporal se encuentra en condiciones muy diferentes. Cuanto menos
avanzado es el Espíritu, tanto más pesado y material es el cuerpo con que se reviste; a
medida que se purifica, pasa a mundos superiores moral y físicamente. La Tierra no es ni el
primero ni el último, pero, sí, uno de los más atrasados.

19. Los Espíritus culpados están encarnados en los mundos menos avanzados
donde expían sus faltas por las tribulaciones de la vida material. Esos mundos son para
ellos verdaderos purgatorios, pero de donde depende de ellos salir, trabajando por su
perfeccionamiento moral. La Tierra es uno de esos mundos.

20. Siendo Dios, soberanamente justo y bueno, no condena a sus criaturas a
castigos perpetuos por faltas transitorias; les ofrece en todo momento medios para
progresar y reparar el mal que pudieron hacer. Dios perdona, pero exige el arrepentimiento,
la reparación y el retorno al bien; de suerte que la duración del castigo es proporcional a la
persistencia del Espíritu en el mal; en consecuencia, el castigo sería eterno para aquel que
permaneciese eternamente en el mal camino; pero, desde que la claridad del
arrepentimiento entra en el corazón del culpado, Dios extiende sobre él su misericordia. Así,
la eternidad de las penas debe ser entendida en el sentido relativo y no en el sentido
absoluto.

21. Los Espíritus, al encarnarse, tienen consigo lo que adquirieron en sus existencias
anteriores; esta es la razón por la cual los hombres muestran, instintivamente, aptitudes
especiales, inclinaciones buenas o malas que parecen innatas en ellos.
Las malas tendencias naturales son restos de las imperfecciones del Espíritu y de las
cuales no está enteramente despojado; son también los indicios de las faltas que cometió y
el verdadero pecado original. En cada existencia se debe limpiar de algunas impurezas.

22. El olvido de las existencias anteriores es un beneficio de Dios que, en su bondad,
ha querido ahorrar al hombre los recuerdos, frecuentemente penosos. En cada nueva
existencia, el hombre es lo que ha hecho de sí mismo; es para él un nuevo punto de partida,
conoce sus defectos actuales; sabe que esos defectos son la consecuencia de aquellos que
tenía, de eso concluye el mal que pudo cometer y eso le basta para trabajar a fin de
corregirse. Si otrora adolecía de defectos que ya no posee, no tendrá por qué preocuparse
de ellos; bastante tiene con sus imperfecciones presentes.

23. Si el alma no hubiera vivido antes habría sido creada simultáneamente con el
cuerpo; admitiendo esta suposición, ella no puede tener ninguna relación con aquellas que
la precedieron. Entonces, se preguntará, cómo Dios que es soberanamente justo y bueno,
puede haberla hecho responsable de la falta del padre del género humano, manchándola
con un pecado original que no cometió. Si afirmamos, en cambio, que el alma trae consigo,
al nacer, el germen de las imperfecciones de sus existencias anteriores; que sufre, en la
existencia actual, las consecuencias de sus faltas pasadas, se da al pecado original una
explicación lógica que cada uno puede comprender y admitir, porque el alma no es
responsable sino por sus obras.

24. La diversidad de las aptitudes innatas, morales e intelectuales, es la prueba de
que el alma ya vivió; si hubiese sido creada al mismo tiempo que, el cuerpo actual, no
estaría de acuerdo con la bondad de Dios hacer a unas más avanzadas que a las otras.
¿Por qué entonces los salvajes y los hombres civilizados, los buenos y los malos, los tontos
y las personas ingeniosas? Diciendo que unos han vivido y han adquirido más que los otros,
todo se explica.

25. Si la existencia actual fuese la única y ella sola debiera decidir el futuro del alma
para la eternidad, ¿cuál sería la suerte de los niños que mueren a tierna edad? No habiendo
hecho ni bien ni mal, no merecen ni recompensas ni castigos. Según la parábola de Cristo,
siendo cada uno recompensado según sus obras, no tienen derecho a la felicidad perfecta
de los ángeles, ni merecen estar privadas de ella. Decid que podrán cumplir, en otras
existencias, lo que no hicieron en aquella que fue abreviada y no habrá más excepciones.

26. Por el mismo motivo, ¿cuál sería la suerte de los cretinos y de los idiotas? Al no
tener ninguna conciencia del bien y del mal no tienen ninguna responsabilidad de sus actos.
¿Sería Dios justo y bueno habiendo creado almas estúpidas, para someterlas a una
existencia miserable y sin compensación? Admitid, al contrario, que el alma del cretino y del
idiota es un Espíritu en castigo en un cuerpo incapacitado a dar su pensamiento, donde está
como un hombre muy aprisionado por lazos y no tendréis nada más que no esté conforme a
la justicia de Dios.

27. En las sucesivas encarnaciones, el Espíritu se va despojando poco a poco de sus
impurezas y perfeccionándose por el trabajo, llegado así al fin de sus existencias corpóreas;
pertenece, entonces, a la orden de los Espíritus puros o de los ángeles y goza, al mismo
tiempo de la vida completa de Dios y de una felicidad sin mácula por la eternidad.

28. Estando los hombres en expiación en la Tierra, Dios, un buen padre, no los dejó
entregados a sí mismos, sin guías. Primero tienen sus Espíritus protectores o ángeles
guardianes, que velan sobre ellos y se esfuerzan para conducirlos por el buen camino;
tienen, además, a los Espíritus en misión en la Tierra, Espíritus superiores encarnados de
tiempo en tiempo entre ellos para iluminar el camino con sus obras y hacer avanzar a la
Humanidad. Además de haber grabado Dios su ley en la conciencia, creyó un deber,
formularla de manera explícita; les envió primero a Moisés; pero las leyes de Moisés eran
apropiadas a los hombres de su tiempo; no les habló sino de la vida terrestre, de penas y de
recompensas temporales. Cristo vino en seguida para completar la Ley de Moisés por una
enseñanza más elevada: la pluralidad de las existencias2, la vida espiritual, las penas y las
recompensas morales. Moisés les condujo por el temor, Cristo por el amor y por la caridad.

29. El Espiritismo hoy mejor comprendido, acrecienta, para los incrédulos, la
evidencia a la teoría; prueba el futuro por hechos patentes; expone, en términos claros e
inequívocos, lo que Cristo expresó por parábolas; explica las verdades desconocidas o
falsamente interpretadas; revela la existencia del mundo invisible, o de los Espíritus, e inicia
al hombre en los misterios de la vida futura; viene a combatir el materialismo que es una
sublevación contra el poder de Dios; en fin, viene a establecer, entre los hombres, el reino
de la caridad y de la solidaridad anunciado por Cristo. Moisés labró, Cristo sembró, el
Espiritismo viene a cosechar.

30. El Espiritismo no es una luz nueva, sino una luz más brillante, porque surge de
todos los puntos del globo, por la voz de aquellos que vivieron antes. Haciendo evidente lo
que estaba oscuro, pone fin a las interpretaciones erróneas y debe reunir a los hombres en
una creencia común, porque no hay sino un solo Dios, y sus leyes son para todos, en fin, él
marca la era de los tiempos predichos por Cristo y por los profetas.

31. Los males que afligen a los hombres en la Tierra tienen por causa el orgullo, el
egoísmo y todas las malas pasiones. Con el contacto de sus vicios los hombres se hacen
recíprocamente desdichados y se castigan unos a los otros. Que la caridad y la humildad
sustituyan al egoísmo y al orgullo, entonces no procurarán más perjudicarse; respetarán los
derechos de cada uno y harán reinar entre ellos la concordia y la justicia.

32. Pero ¿cómo destruir el egoísmo y el orgullo que parecen innatos en el corazón
del hombre? El egoísmo y el orgullo están en el corazón del hombre, porque los hombres
son Espíritus que siguieron, desde el principio, el camino del mal y que fueron exiliados en la
Tierra en castigo de esos mismos vicios; ahí está aún su pecado original, del cual muchos
no se despojaron. Por el Espiritismo, Dios viene a hacer un último llamado a la práctica de la
ley enseñada por Cristo: la ley de amor y de caridad.

33. Como la Tierra ha llegado a la época señalada para convertirse en una morada
de felicidad y de paz, Dios no quiere que los malos Espíritus encarnados continúen en ella
para llevar la perturbación a los buenos; por eso deberán desaparecer. Irán a expiar su
endurecimiento en mundos menos avanzados donde trabajarán de nuevo para su
perfeccionamiento, en una serie de existencias más infelices y más penosas aún que las de
la Tierra.

Formarán, en esos mundos, una nueva raza esclarecida y cuya tarea será hacer
progresar a los seres atrasados que los habitan, con la ayuda de sus conocimientos
adquiridos. No saldrán de allí para un mundo mejor sino cuando tuvieren merecimiento y
continuarán así hasta que alcancen la purificación completa. Si la Tierra era para ellos un
purgatorio, esos mundos serán su infierno, pero un infierno donde la esperanza jamás está
excluida.
2 Mateo, cap. XVII, v. 10 y siguientes. Juan, cap. III v. 2 y siguientes.

34. En tanto la generación proscrita está por desaparecer rápidamente, una nueva
generación surge cuyas creencias estarán fundadas sobre el Espiritismo Cristiano.
Asistimos a la transición que se opera, preludio de la renovación moral de la cual el
Espiritismo marca el advenimiento.

viernes, 28 de agosto de 2009

Nuestro proposito es ayudar a acercarse a la doctrina espirita a todos aquellos interesados en conocer esta ciencia.

Nuestro proposito es ayudar a acercarse a la doctrina espirita a todos aquellos interesados en conocer esta ciencia.

En su libro "Qué es el Espiritismo", Allan Kardec expone:

El Espiritismo es una doctrina filosófica que tiene consecuencias religiosas como toda filosofía espiritualista, y por esto mismo toca forzosamente las bases fundamentales de todas las religiones: Dios, el alma y la vida futura; pero no es una religión constituida, dado que no tiene culto, rito ni templo, y que entre sus adeptos ninguno ha tomado ni recibido título de ningún tipo.

El Espiritismo no posee dogmas, ni cultos, ni ritos, ni ceremonias, ni jerarquías; no pide, ni admite ninguna fe ciega, quiere que todo sea comprendido. Está basado, pues, en principios independientes de toda cuestión dogmática.

El Espiritismo no es por tanto una religión porque no hay una palabra para expresar dos ideas diferentes, y que, en la opinión general, la palabra religión es inseparable de culto, despierta exclusivamente una idea que el Espiritismo no tiene. No teniendo el Espiritismo ninguno de los caracteres de una religión en la acepción usual del vocablo, no podía ni debía adornarse con un título sobre cuyo valor inevitablemente se habría equivocado.

Es por esto por lo que simplemente se dice doctrina filosófica y moral. No obstante sus consecuencias morales están implícitamente en el Cristianismo, porque es la moral que recomiendan los espíritus, y la más alta expresión de caridad y amor la prójimo que encontramos.