viernes, 10 de septiembre de 2010

La Transformación Moral del Ser Humano

Que doctrina puede ser mas importante que aquella doctrina filosófica, científica y moral que nos invita a perseverar en el estudio de nosotros mismos, y trabajar en nuestro perfeccionamiento personal. De eso se trata este estudio.

!De eso se trata la doctrina espirita!

domingo, 5 de septiembre de 2010

resumen de la Doctrina Espírita, según resulta de la enseñanza dada por los Espíritus superiores.

fragmento de la introducción de "EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS" que contiene los principios de la Doctrina Espirita Recopilada y puesta en orden por: ALLAN KARDEC

III

Los mismos seres que se comunican se designan, como lo dijimos, con el nombre de Espíritus o genios y aseguran haber pertenecido, por lo menos algunos, a hombres que vivieron sobre la Tierra.

Constituyen el mundo espiritual, como nosotros constituimos, durante la vida, el mundo corporal.

Resumimos así, en pocas palabras, los puntos más importantes de la doctrina que nos trasmitieron, para responder más fácilmente a ciertas objeciones.

“Dios es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso, soberanamente justo y bueno.

Creó el Universo que comprende a todos los seres animados e inanimados, materiales e inmateriales.

Los seres materiales constituyen el mundo visible o corporal y los seres inmateriales el mundo invisible o espírita, es decir, el de los Espíritus.

El mundo espírita es el mundo normal, primitivo, eterno, preexistente y sobreviviente a todo.

El mundo corporal no pasa de ser secundario; podría dejar de existir, o no haber existido jamás, sin alterar la esencia del mundo espírita.

Los Espíritus revisten, temporalmente, una envoltura material perecedera, cuya destrucción, por la muerte, los vuelve libres.

Entre las diferentes especies de seres corpóreos, Dios escogió la especie humana para la encarnación de los Espíritus que alcanzaron un cierto grado de desarrollo, lo cual les da la superioridad moral e intelectual sobre todos los otros.

El alma es un Espíritu encarnado, cuyo cuerpo es sólo una envoltura.

Tres cosas existen en el hombre:

Primera, el cuerpo o ser material análogo al de los animales y animado por el mismo principio vital;

Segunda, el alma o ser inmaterial, Espíritu encarnado en el cuerpo;

Tercera, el lazo que une el alma al cuerpo, principio intermedio entre la materia y el Espíritu.

Así, pues, el hombre tiene dos naturalezas: por el cuerpo, participa de la naturaleza de los animales,de los cuales tiene el instinto; y por el alma, participa de la naturaleza de los espíritus.

El lazo o periespíritu que une el cuerpo y el Espíritu es una especie de envoltura semimaterial. La muerte es la destrucción de la envoltura más grosera, el Espíritu conserva la segunda, que constituye para él un cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estado normal, pero que puede, accidentalmente, hacerse visible y hasta tangible, como ocurre en el fenómeno de las apariciones.

Así, pues, el Espíritu no es un ser abstracto, indefinido,que solo el pensamiento puede concebir; es un ser real, circunscrito,
que en ciertos casos, es apreciable por los sentidos de la vista, del oído y del tacto.

Los Espíritus pertenecen a diferentes clases y no son iguales ni en poder, ni en inteligencia, ni en saber, ni en moralidad.

Los de primer orden son los Espíritus superiores, que se distinguen de los demás por su perfección,sus conocimientos y su proximidad a Dios, la pureza de sus sentimientos y su amor al bien; son los ángeles o Espíritus puros. Las otras clases se alejan más y más de esa perfección; los de las clases inferiores están inclinados a la mayor parte de nuestras pasiones: al odio, la envidia, los celos, el orgullo, etc.; y se complacen en el mal. Entre ellos, los hay que no son ni muy buenos ni muy malos, más embrollones e inoportunos que malos, la malicia y las inconsecuencias parecen ser su diversión: son los Espíritus traviesos o ligeros.

Los Espíritus no pertenecen perpetuamente al mismo orden. Todos progresan, pasando por los diferentes grados de la jerarquía espírita.

Este progreso ocurre por medio de la encarnación, que es impuesta a unos como expiación y a otros como misión. La vida material es una prueba que deben soportar repetidas veces, hasta que hayan alcanzado la perfección absoluta. Es una especie de examen severo o depuratorio, de donde salen más o menos purificados.

Dejando el cuerpo, el alma vuelve al mundo de los Espíritus, de donde había salido, para tomar una nueva existencia material, después de un lapso de tiempo más o menos largo,durante el cual
permanece en estado de Espíritu errante.

Debiendo pasar el Espíritu por varias encarnaciones, resulta de eso que todos tuvimos diversas existencias y que tendremos aún otras, más o menos perfeccionadas, bien sea sobre la Tierra, o en otros mundos.

La encarnación de los Espíritus ocurre siempre en la especie humana y sería un error creer que el alma o Espíritu pueda encarnarse en el cuerpo de un animal.

Las diferentes existencias corporales del Espíritu siempre son progresivas y jamás retrógradas; pero la rapidez del progreso
depende de los esfuerzos que hacemos para alcanzar la perfección.


Las cualidades del alma son las mismas que las del Espíritu que está encarnado en nosotros; así, el hombre de bien es la encarnación de un Espíritu bueno, y el hombre perverso la de un
Espíritu impuro.

El alma tenía su individualidad antes de la encarnación y la conserva después de su separación del cuerpo.

A su regreso al mundo de los Espíritus, el alma encuentra allí a todos aquellos que conoció sobre la Tierra, y todas sus existencias anteriores se retratan en su memoria con el recuerdo de todo el bien y de todo el mal que hizo.

El Espíritu encarnado está bajo la influencia de la materia; el hombre que supera esa influencia por la elevación y purificación de su alma, se aproxima a los Espíritus buenos con los cuales estará un día. Aquel que se deja dominar por las malas pasiones y cifra toda su alegría en la satisfacción de los apetitos groseros, se aproxima a los Espíritus impuros, dando preponderancia a la naturaleza animal.

Los Espíritus encarnados pueblan los diferentes globos del Universo.

Los Espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada y circunscrita, sino que están en todas partes, en el
espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros; es toda una población invisible que se agita a nuestro alrededor.

Los Espíritus ejercen, sobre el mundo moral e incluso sobre el mundo físico, una acción incesante. Actúan sobre la materia y sobre el pensamiento, y constituyen una de las potencias de la Naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicados o mal explicados hasta ahora, y que sólo encuentran una solución racional en el Espiritismo.

Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes. Los Espíritus buenos nos incitan al bien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan a soportarlas con valor y resignación; los malos nos incitan al mal: y les es placentero vernos sucumbir y equipararnos a ellos.

Las comunicaciones de los Espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles. Las ocultas ocurren por la buena o mala influencia que ejercen sobre nosotros sin que lo sepamos;corresponde a nuestro juicio discernir las buenas y las malas inspiraciones.

Las comunicaciones ostensibles se verifican por medio de la escritura, de la palabra, o de otras manifestaciones materiales, y lo más frecuente a través de los médiums que le sirven de instrumento.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Una cuestión de Identidad. Dante López

América Espírita – Ano XII – Nº 141 – Setembro 2010.
Boletin Informativo de la Confederación Espirita Panamericana.

Dante López
Presidente de la Confederación Espírita Panamericana

Por estos días hemos sido convocados por los amigos de CEPA Brasil para discutir acerca de la Identidad del Espiritismo, algo que en cierta manera nos preocupa a todos.

A los espíritas nos gustaría que el Espiritismo adquiera ese papel de reformador moral de la humanidad con la que soñaron los Espíritus con Kardec, pero parece que no será así. Tal vez debamos conformarnos a que es sólo una de las vías para que la Espiritualidad llegue al ser humano. Pero entonces deberíamos preocuparnos por lograr que el Espiritismo sea, por lo menos, un factor de desarrollo en los mismos espíritas, para que se transforme en una muestra de cómo puede cambiar la conducta humana cuando se comprende que cada uno es dueño de su propio destino.

Parece que es inevitable que al Espiritismo se lo vea desde el ángulo que cada uno quiere verlo, entonces algunos espíritas le agregan nombres propios como adjetivos, para llevarlo hacia donde ellos quieren. Pero el Espiritismo es solamente Espiritismo, y será lo que los espíritas podamos hacer de él, tal como sintetizó León Denis.

“Es la Ciencia que trata del origen y destino de los espíritus, y de su relación con el mundo corporal” ¿Qué más? ¿Qué menos? Sólo eso, lo demás son cuestiones de formas, de agregados culturales, que serán válidos para quienes lo necesiten.
Entonces para que el Espiritismo cumpla el papel que le podamos dar los que lo comprendemos y valoramos necesitamos trabajar en su Identidad Interna, hacia las familias espíritas, hacia la niñez y la juventud de esas familias, para que el efecto multiplicador de miles, tal vez de millones de espíritas en el mundo enarbolen la bandera de un Espiritismo a secas que cumpla la noble función de hacer más felices a las personas.

Estudiar la Doctrina, profundizar en sus consecuencias morales, conseguir métodos confiables para la comunicación con los espíritus, mejorar la calidad de vida de las personas, las familias y las comunidades en las que viven, ése puede ser un comienzo que transforme la Identidad del Espiritismo. Para que dejen de conocerlo por el fenómeno y comience a ser conocido por su potencialidad como transformador de la conducta humana.

Definición de Alma según el espiritismo

Allan Kardec en el "Libro de los Espiritus"

II

Hay otro término sobre el cual es igualmente importante entenderse, porque es una de las llaves maestras de toda doctrina moral, y objeto de numerosas controversias, por falta de una acepción bien determinada: es la palabra alma. La divergencia de opiniones sobre la naturaleza del alma viene de la aplicación particular que cada uno hace de esta palabra. Un idioma perfecto, en el que cada idea estuviese representada por un término propio, evitaría discusiones.

Con una palabra para cada cosa, todo el mundo se entendería.Según unos, el alma es el principio de la vida material orgánica; no tiene existencia propia y cesa con la vida; es el materialismo puro. En ese sentido y por comparación, dicen de un instrumento rajado que no produce ya sonido: que no tiene alma.

Según esta opinión, el alma sería un efecto y no una causa.Otros piensan que el alma es el principio de la inteligencia, agente universal del cual cada ser absorbe una porción. Según ellos, no habría por todo el Universo, sino una sola alma que distribuye partículas luminosas a los diversos seres inteligentes durante su vida. Después de la muerte, cada partícula luminosa retorna a la fuente común donde se confunde con el todo, como los arroyos y los ríos vuelven al mar de donde salieron.

Difiere esta opinión de la precedente en que, en esta hipótesis, existe en nosotros algo más que materia y que algo subsiste después de la muerte; pero es poco más o menos como si no sobreviviese nada, porque sin la individualidad, no tendríamos conciencia de nosotros mismos. Según esta opinión, el alma universal sería Dios y cada ser una porción de la Divinidad: es una variedad del panteísmo.

Según otros, en fin, el alma es un ser moral, distinto, independiente de la materia y que conserva su individualidad después de la muerte. Esta acepción es, sin contradicción, la más general, porque, con uno u otro nombre, la idea de este ser que sobrevive al cuerpo se encuentra en estado de creencia instintiva, e independiente de toda enseñanza, entre todos los pueblos, cualquiera que sea su grado de civilización. Esta doctrina, según la cual el alma es la causa y no el efecto, es la de los espiritualistas.

Sin discutir el mérito de estas opiniones, y no considerando en ellas sino la cuestión lingüística, diremos que estas tres aplicaciones de la palabra alma constituyen tres ideas distintas, que reclaman, cada una, un término diferente. Esa palabra tiene, pues, una triple acepción, y cada uno tiene razón en la definición que da de ella, según su punto de vista. El error es del idioma por no tener sino una palabra para tres ideas distintas. Para evitar toda equivocación, se necesitaría restringir la acepción de la palabra alma a una de esas tres ideas; la selección es indiferente, todo está en entenderse, pues este es un punto convencional.

Creemos más lógico tomarla en su acepción más vulgar, y por eso llamamos ALMA al ser inmaterial e individual que reside en nosotros y sobrevive al cuerpo. Aunque este ser no existiese y no fuese sino un producto de la imaginación, aun así, sería preciso un término para designarlo.

A falta de una palabra especial para cada una de las otras dos acepciones, llamaremos: Principio vital, al principio de la vida material y orgánica cualquiera que sea su origen, y que es común a todos los seres vivos, desde las plantas hasta el hombre. El principio vital es distinto e independiente porque puede existir la vida, aun haciendo abstracción de la facultad de pensar. La palabra vitalidad no da la misma idea. Para unos, el principio vital es una propiedad de la materia, un efecto que se produce cuando la materia se encuentra en ciertas circunstancias. Según otros, y es la idea más común, reside en un fluido especial, universalmente esparcido y del cual cada ser absorbe y asimila una parte durante la vida, como vemos a los cuerpos inertes absorber la luz. Ese sería entonces, el fluido vital que según ciertas opiniones, no sería otro que el fluido eléctrico animalizado, designado también bajo los nombres de fluido magnético, fluido nervioso, etc.

Como quiera que sea, existe un hecho incontestable, porque es resultado de la observación, y es que los seres orgánicos tienen en sí mismos una fuerza íntima que produce el fenómeno de la vida, en tanto que esa fuerza existe; que la vida material es común a todos los seres orgánicos y que es independiente de la inteligencia y del pensamiento; que la inteligencia y el pensamiento son facultades propias de ciertas especies orgánicas; y, en fin, que entre las especies orgánicas dotadas de inteligencia y pensamiento, existe una dotada de un sentido moral especial que le da una superioridad incuestionable sobre las otras y que es la especie humana.

Concíbese que con un significado múltiple, el alma no excluye al materialismo, ni el panteísmo. El mismo espiritualista puede muy bien entender el alma según una u otra de las dos primeras definiciones, sin perjuicio del ser inmaterial distinto, al que dará entonces otro nombre cualquiera. Así, esa palabra no representa una opinión: es un Proteo que cada cual acomoda a su manera, y de aquí el origen de tantas disputas interminables.

Evitaríase igualmente la confusión empleando la palabra alma en los tres casos, añadiéndole un calificativo que especificase el punto de vista bajo el cual la consideramos o la aplicación que de ella se hace. Sería entonces una palabra genérica, representando al mismo tiempo el principio de la vida material, de la inteligencia y del sentido moral, y que se distinguiría por medio de un atributo, como el gas, por ejemplo, que se distingue añadiéndole las palabras hidrógeno, oxígeno o nitrógeno. Entonces se podría decir, y tal vez fuese lo mejor, el alma vital para el principio de la vida material, el alma intelectual para el principio de la inteligencia y el alma espírita para el principio de nuestra individualidad después de la muerte. Como se ve, todo esto es una cuestión de palabras, pero una cuestión muy importante para entenderse. Según eso, el alma vital sería común a todos los seres orgánicos: plantas, animales y hombres; el alma intelectual propia de los animales y hombres, y el alma espírita pertenecería solamente al hombre.

Creemos un deber insistir tanto más en estas explicaciones, por cuanto la Doctrina Espírita está naturalmente basada en la existencia en nosotros mismos de un ser independiente de la materia y que sobrevive al cuerpo. Debiendo aparecer frecuentemente en el curso de esta obra, la palabra alma, importaba fijar el sentido que le atribuimos, para evitar así cualquier equivocación.

jueves, 2 de septiembre de 2010

De que trata "EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS"

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS CONTIENE: LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA ESPÍRITA

Sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los Espíritus y sus relaciones con los hombres, las leyes morales, la vida presente, la vida futura y el porvenir de la Humanidad, según la enseñanza dada por los Espíritus superiores con la ayuda de diversos médiums.

Recopilada y puesta en orden por: ALLAN KARDEC


INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA DOCTRINA ESPÍRITA

I
Para las cosas nuevas se necesitan nuevas palabras, así lo requiere la claridad del lenguaje, para evitar la confusión inseparable del sentido múltiple dado a los mismos términos. Las palabras espiritual, espiritualista y espiritualismo tienen una acepción bien definida y darles una nueva para aplicarlas a la Doctrina de los Espíritus sería multiplicar las causas ya numerosas de anfibología. En efecto, el espiritualismo es lo opuesto al materialismo; quien cree que haya en sí mismo otra cosa que materia, es espiritualista. Pero no se sigue de ahí que crea en la existencia de los Espíritus o en sus comunicaciones con el mundo visible.

En lugar de las palabras espiritual, espiritualismo,empleamos para designar esta última creencia las de espírita y Espiritismo, de las cuales la forma recuerda el origen y el sentido radical teniendo por lo mismo la ventaja de ser perfectamente inteligibles, reservando a la palabra espiritualismo la acepción que le es propia. Diremos, pues, que la Doctrina Espírita o el Espiritismo tiene como principios las relaciones del mundo material con los Espíritus o seres del mundo invisible. Los adeptos del Espiritismo serán los espíritas o si se quisiere, los espiritistas.

Como especialidad, El Libro de los Espíritus contiene la Doctrina Espírita; como generalidad, se asocia a la doctrina espiritualista de la cual presenta una de sus fases. Tal es la razón por la que trae en su encabezamiento las palabras: filosofía
espiritualista.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Luz del Camino. Amalia Domingo Soler

Todas las religiones tienen la tendencia de inculcar al hombre el arrepentimiento y
el acto de contrición; pero la equivocación de todas está en dar al hombre un plazo tan corto para arrepentirse.

No, no, hijos míos. El hombre no tiene un plazo para reconciliarse: el hombre
tiene una eternidad; el hombre ha sido, el hombre es, y el hombre será. Y los mismos dardos y desengaños que va recibiendo en un sin número de existencias, le van enseñando el camino de su propia regeneración. Así es, que, cuando el hombre, cansado ya de sufrir el peso de sus culpas, que consciente o inconscientemente pesan en su conciencia, dice: ¡No puedo más! Entonces, sin que nadie le juzgue, sin que nadie le castigue, él solo invoca su regeneración. Cuando un Espíritu ha pasado por la Tierra lleno de adulaciones y placeres, al penetrar en el mundo de la verdad, es tan grande su desengaño, que afluye el llanto a su alma, y éste es el Jordán de su regeneración.