miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Luz del Camino. Amalia Domingo Soler

Todas las religiones tienen la tendencia de inculcar al hombre el arrepentimiento y
el acto de contrición; pero la equivocación de todas está en dar al hombre un plazo tan corto para arrepentirse.

No, no, hijos míos. El hombre no tiene un plazo para reconciliarse: el hombre
tiene una eternidad; el hombre ha sido, el hombre es, y el hombre será. Y los mismos dardos y desengaños que va recibiendo en un sin número de existencias, le van enseñando el camino de su propia regeneración. Así es, que, cuando el hombre, cansado ya de sufrir el peso de sus culpas, que consciente o inconscientemente pesan en su conciencia, dice: ¡No puedo más! Entonces, sin que nadie le juzgue, sin que nadie le castigue, él solo invoca su regeneración. Cuando un Espíritu ha pasado por la Tierra lleno de adulaciones y placeres, al penetrar en el mundo de la verdad, es tan grande su desengaño, que afluye el llanto a su alma, y éste es el Jordán de su regeneración.